En cada ser, en cada cosa, en cada palpitaciòn,
en cada voz que siento, espero que me sea revelada,
esa palabra de que estoy sediento.
Aguardo a que la diga el firmamento,
pero su boca inmensa està callada;
la busco por el mar y por el viento,
pero el viento y el mar no dicen nada.
Hasta los picos de los ruiseñores
y las puertas cerradas de las flores
me niegan lo que quiero conocer.
Sòlo en mi corazòn oigo un sonido
que acaso tenga un vago parecido
con lo que esa palabra puede ser.
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